Y es que la contrapropuesta de la familia del autor de Pedro Páramo, El
llano en llamas es que los recursos que podrían destinarse al homenaje nacional
mejor sean para becas a estudiantes mexicanos de universidades públicas que
estudien las áreas que trabajó “el más grande narrador que ha dado México”.
El arquitecto Víctor Jiménez, director de la Fundación Juan Rulfo, niega
que esta decisión sea un secuestro del nombre y de la obra del escritor nacido
el 16 de mayo de 1917, y reitera que Rulfo no requiere de “muletas” ni de la
cultura oficial que siempre aprovecha estas efemérides para “lavarse la cara”.
Jiménez asegura que tener recursos públicos generaría una relación
clientelar. “Si yo le pido a usted dinero quedo en deuda con usted. Creo que
esta dependencia que han creado de los fondos públicos solamente les da poder.
Han creado una dependencia que no es buena ni sana. No es mecenazgo si hablamos
del gobierno porque no es su dinero, es nuestro dinero, además se han creado
grupos con poder”.
El crítico literario Geney Beltrán Félix reconoce que los homenajes
literarios organizados por las instituciones oficiales en México usualmente se
convierten en rituales de poder. “El ‘homenaje’, por eso, es un fenómeno
desgastado: no contribuye a difundir las obras valiosas, a explicar por qué
merecen el acercamiento y la apreciación de los futuros lectores”; sin embargo,
el hecho de que la Fundación rechace estas ceremonias por efímeras también son
un acto de dogmatismo.
“Que solamente los estudiosos del medio académico aprobados por la
Fundación estarían autorizados para hablar de Rulfo... este es el más flaco
favor que se le puede hacer al más grande narrador que ha dado México.
Parecería que únicamente desde los grados académicos y la erudición
especializada es posible disertar sobre una obra literaria. Esto es falso, y
habría llevado al silencio a ensayistas curiosos e inquietos como Alfonso Reyes,
José Emilio Pacheco o Carlos Monsiváis”, afirma Beltrán Félix.
Por su parte, el también crítico literario y colaborador de EL
UNIVERSAL, Christopher Domínguez Michael, asegura que “más allá del aspecto
formal que tomen los centenarios, todos los lectores, no sólo mexicanos sino
mundiales de Rulfo, lo vamos a leer, lo vamos a comentar, lo vamos a compartir
y eso nadie nos lo puede impedir. Me da mucho gusto que estemos en 2017, el Año
Rulfo, pero hay pequeñas querellas de marketing, porque eso son, son un poco
ofensivas para mi gusto. Te aseguro que Rulfo va a quedar enriquecido por
nuevas lecturas, van a venir muchas cosas, con o sin permiso de estas personas,
en el mundo, y vamos a vernos en un año y sabremos mucho más de Rulfo, como
supimos mucho más de Paz tras 2014. Eso es lo que importa, todo lo demás es
secundario”.
El año del autor. Traducciones a lenguas mexicanas como el náhuatl, y
quizás en maya y zapoteco, una exposición de la obra de Rulfo fotógrafo en el
Museo Amparo de Puebla, un Coloquio en la UNAM con al menos ocho estudiosos
mexicanos e internacionales, una guía completísima para adentrarse a Rulfo y su
obra, ediciones conmemorativas y ediciones únicas para coleccionistas conforman
el programa de actividades que ha organizado la Fundación Juan Rulfo para
conmemorar el centenario del escritor. Lo hace desde su figura de asociación
civil que trabaja con recursos que provienen de la familia del autor y de las
regalías.
Aunque se niegan a llamarlo el Año Rulfo, aceptan que este 2017 han
puesto un mayor énfasis en la publicación de ediciones conmemorativas y
trabajos especiales. Hay un plan de publicaciones que viene gestándose desde
2015. Por ejemplo, en mayo se presentará la segunda edición de la biografía
Noticias sobre Juan Rulfo, realizada por Alberto Vital, que habían editado en
2004. “La presentación va a ser uno de los actos centrales de este año. El 16
de mayo, que es martes, en el seno de un Coloquio que se abrirá ese mismo día
entre la Coordinación de Humanidades de la UNAM y el Instituto de
Investigaciones Filológicas, a donde vendrán varios conferencistas”, asegura
Víctor Jiménez.
Otra obra importante es el primer volumen de la investigación de Douglas
Weatherford, titulado Juan Rulfo en el
cine, que da cuenta de los rastros de Rulfo en distintos ámbitos de la
actividad cinematográfica, como escritor y como fotógrafo. El primer volumen va
a estar enfocado a dos guiones que localizó Douglas de la primera versión de
Pedro Páramo, donde intervino Carlos Fuentes, Manuel Barbachano y Carlos Velo,
y la primera versión cinematográfica de la novela El Gallo de oro, un guión
firmado por Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y el propio Roberto
Gavaldón, director de esa cinta.
También aparecerá una coedición con la Universidad Veracruzana, que se llamará
Juan Rulfo en Veracruz, con fotografías que Rulfo tomó a lo largo de varios
años en el puerto de Veracruz, en Orizaba, en Xalapa, en el Castillo de Teayo,
en Zempoala y en el Tajín. Destaca también un libro realizado por el propio
Jiménez, titulado Ladridos, astros, agonías. Rilke y Brach en el lector Rulfo;
así como la edición bilingüe, náhuatl-español, de Pedro Páramo, realizada por
Victoriano de la Cruz, con prólogo de Heriberto Yépez.
Además de la reedición de Pedro Páramo, El llano en llamas y El gallo de
oro, por RM, la editorial de cabecera de la obra de Rulfo en caja con el sello
conmemorativo de los 100 años diseñado por Pablo Rulfo, este año verá la luz
una guía para adentrarse a la obra del autor muy al estilo de las enciclopedias
de Oxford; entre muchas otras obras.
El director de la Fundación
Rulfo, Víctor Jiménez, dice que se registró el nombre de Rulfo ante el
Instituto Mexicano de Propiedad Industrial (IMPI) para evitar que otros lo
usarán y porque la protección de una marca registrada es mucho más fácil desde
el punto de vista legal que por la Ley de Derechos de Autor.
"Los abogados Larrea propusieron esto, le dan un seguimiento, se ha
registrado el nombre de la novela Pedro Páramo y de otras partes de la obra;
ellos rastrean en el IMPI y ha habido una larga lista de intentos de registrar
productos comerciales con el nombre de Juan Rulfo y de Pedro Páramo, que,
claro, se los han negado gracias a que existe el registro”.
Afirma que el gobierno mexicano no se puede apropiar ni de Juan Rulfo ni
de su obra con el argumento de que es patrimonio de México, aunque ya lo
intentaron en 2005, cuando la Fundación decidió retirar el nombre de Juan Rulfo
del Premio que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“Que lo intenten. Sería un escándalo internacional, imagina ¿qué pasaría
si de pronto el gobierno español decide que se apropia de Picasso? Eso no
existe. Ya se manejó esa misma idea cuando retiramos el nombre de Rulfo en el
Premio de la Feria, se manejó igual. No hicieron nada porque no existen los
instrumentos legales. Porque, bien que mal, un político puede hacer sólo
aquello que la ley le permite, no puede hacer algo que no está establecido en
las leyes”, señala Jiménez.
El crítico Christopher Domínguez Michael remata: “Lamentablemente la
familia Rulfo cayó en manos de la ineptitud y la codicia, pero esto ni le da ni
le quita a Juan Rulfo” y agrega: “Más allá de lo que ciertas personas hagan o
digan o pretendan, Juan Rulfo, como Octavio Paz o López Velarde o Sor Juana, es
patrimonio de la literatura universal”.
Víctor Jiménez, por su parte, concluye con una pregunta: “¿Hay algo malo
en la independencia frente al gobierno? Nosotros decimos que no”.
Nota Universal
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